

Haití, los espíritus en la tierra.
Ojos que te miran directo a lo desconocido. Lenguas frenéticas, asomadas en sus guaridas de huesos y sal. Cuerpos deshinibidos. Esperanza negra, blanca, roja, violeta, cifrada en velas, cruces, licor y agua. La vida maquillada de muerte, y los hombres pidiendo a los muertos riqueza, invulnerabilidad, salud, prosperidad.
¿Acaso no es el hombre creación de Dios? ¿Dónde encuentra la súplica su germinación? ¿No viven ya los espíritus en la tierra?
La esperanza de un pueblo, la figura tangible del espíritu invocado, el trato y contrato resuelto con lo que está más allá de lo comprensible, la devoción religiosa que sustenta el todo.
Haití, tierra y mar, negros esclavos, lamento lúgubre y doloroso que se escucha en el monte cuando la negra pare más esclavitud y más esperanza rebelde. La alianza Vudú nacida en el corazón, de cambiar la opresión por libertad.
Los espíritus andan la tierra, la selva, el río y los vientos, llegan de un sitio distante, un lugar conocido en el trance y el desdoblamiento, andan “a caballo” en los cuerpos de hombres y mujeres, y te miran a través de una piel desconocida. Entonces las cadenas se rompen y sueltan al esclavo. Ahora queda el vínculo de los mundos, ellos saben cómo llamarlos, así andan los espíritus en la tierra.
La Embajada de España en conjunto con la galería Arteconsult, ha dado espacio en sus paredes a la muestra fotográfica de Luis Alcalá del Olmo, quien recoge en distintas escenas al Haití Vudú, al nexo de una cultura religiosa, vivencial y mayormente desconocida fuera de sus fronteras.
Las imágenes, principalmente compuestas por la figura humana, centran su atención en las expresiones resultantes de las invocaciones y prácticas con los espíritus. Miradas estáticas que narran y comunican algo que poco a poco empezamos a comprender cuando vamos dejando la aprehensión. Fotografías en acercamientos, reafirmando lo cerca que el observador está también de ese mundo que viaja enmarcado, de galería en galería, de exposiciones consecutivas, como si esas fotos circunscribieran la esencia del tema más allá de la imagen lograda.
Puedo pensar, por qué no, que el fotógrafo fue parte en ese intercambio, no solo por su labor artística, sino en su concepción ontológica. Su mundo quizá ya no es el mismo, ha conocido algo que se revela más allá del color y el encuadre.
Concluyo que cada foto de Alcalá del Olmo da muestra de algo que puede ser punto de partida, en vez de ser conclusión final.
Nota última: coincidentalmente leí un artículo relacionado con el terremoto en Haití, decía que algunos grupos religiosos, apenas veían a personas con pañuelos en la cabeza (asociados con el vudú), se negaban a darles alimentos y los relegaban. Otros grupos sí les prestaban ayuda.
jairo llauradó
febrero 2010
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