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Creole Albrook / Aristídes Ureña Ramos

Casi cuarenta años después regresa (de Italia a Panamá) el veragüense Aristídes Ureña Ramos y ha ubicado su residencia en Albrook.   Desde allí, como punto de fuga, plantea su visión a través de un conjunto de pinturas que muestran su gráfico mental, la distancia achicada, el cambio en la caja de transmisión que da marcha a una expresión compuesta de elementos diversos que personalizan su nuevo encuentro llamado “Creole Albrook”. Ureña Ramos, en Creole Albrook , me parece que sufre un nacimiento inverso.  No sé si en su largo despacho en Europa tuvo retornos físicos a Panamá.  De no ser así, al volver muy probablemente vivió choques físico-químicos, como cuando un objeto del espacio sideral atraviesa las capas de la atmósfera para impactar en suelo terrestre.  Esta aventura de riesgos insospechados puede, probablemente, seguir haciendo que Aristídes produzca nuevos cantares alrededor del retorno compuesto. La mezcla de consecuencias trípticas, retablos, prehispanidad, degr
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Tajada de sandía... 1856

El ferrocarril transístmico se construyó en 1850 - 1855 y contribuyó a desplazar aventureros de la fiebre del oro en California. Incidente: tajada de sandía. 15 de abril de 1856. El cuchillo no era de los grandes, era uno mediano, de cacha blanca veteada.  La hoja era gruesa, gris mate y de alma curva, con la punta gastada y deforme por las extensas amoladas con piedra.  Lo había comprado en una tienda en el mercado hace unos años y la vaina de cuero, que se perdió en la basura con las cáscaras de las frutas, fue reemplazada por un cartón viejo, doblado y amarrado con hilo de pescar. La primera ensartada que le metió el pariteño al gringo fue después que éste le estrellara un puñete en la cara.  José Manuel Luna cayó al piso y se levantó como pudo, al agarrarse de una caja de tablas sintió que la casualidad le entregaba en la palma de la mano el viejo cuchillo.  Más rápido que ligero lo desenfundó del cartón y se lo mandó sin ningún cálculo al gringo que lo rec

Aeropuerto viejo y Palomino

En ocasiones, en donde laboro debo ir a la calle a hacer diligencias y papeleos.  Una de ellas es ir al aeropuerto de Tocumen, al de carga, conocido como el aeropuerto viejo.  El edificio principal era en donde muchos años atrás (antes de que se hicieran las instalaciones actuales) se recibían y despedían a los viajeros;  esta estructura hace ya un tiempo fue restaurada y ahora alberga varias oficinas de empresas transportadoras de carga.  De las muchas veces que he tenido que ir a ese edificio he visto con agrado que lo mantienen limpio, ordenado y sobre todo me hace recordar mi infancia cuando mi padre nos llevaba a pasear los domingos.  Recuerdo a los viajeros caminando de un lado a otro, los cargadores de maletas con sus carretillas moviéndose y metiéndolas en los taxis, el techo de madera y el piso decorado me parecían inmensos.  El segundo piso del edificio con una terraza en donde se veían despegar y aterrizar los aviones y donde se daban los últimos saludos moviendo las manos

Bienal del Sur 2013. Emplazando mundos.

“En el marco de la celebración del V Centenario del Descubrimiento del Mar del Sur, la Alcaldía de Panamá presenta un evento proyectado al arte y la cultura a nivel internacional para transformar la ciudad y su entorno, promoviendo la participación del público en permanente diálogo e interacción con el mundo del arte.” (laestrella.com.pa / 29 de mayo de 2013) Me fui para el Centro de Convenciones Figali un sábado en la tarde.  Llovía.  No encontraba la entrada al sótano y no había ninguna señalización obvia ni lógica que me indicara cómo llegar al famoso sótano.  En el edificio abandonado (que era como un hotel) vi algo que me sugirió que por allí era la cosa.  Empecé la gira por unos locales sucios e incómodos por el agua acumulada; no es por quejarse pero la verdad que mojarse los zapatos hasta la mitad y no poder circular cómodamente dista mucho de una buena recepción.  De todas maneras recorrí lo que pude, otros salones estaban cerrados. Luego divisé lo que asumí era la en

Dony y Rolando

Dony, la esposa de mi primo Rolando falleció en enero de este año.  La conocí más o menos  hace 23 años cuando empezaban de novios.  La enfermedad fue la causa de su partida.  Su funeral, triste por recordación, dolor y duelo también fue uno de los actos más hermosos que he vivido, y lo digo así porque ante el hecho evidente de la muerte, se respiraba vida.  Un corazón desgarrado es como una amputación.  Tener que enfrentar la ausencia inmediata conlleva pensamientos, internalizaciones, enojo, por qués.  Es vivir la duda existencial como protagonista, es cuestionar en un hilo de culpas desde lo ínfimo hasta al mismo Dios. En un momento de acercamiento Rolando habló frente a todos, acompañado de sus dos hijos. Esta fue una relación… ¡Perfecta!, dijo.  Perfecta porque tuvimos problemas,  porque tuvimos dificultades muchas veces, pero fue perfecta porque nos tuvimos para seguir adelante. Y digo yo, en la imperfección humana se construye sin las pretensiones exageradas de un perf

Derivaciones concretas

Fui a la exposición “Derivaciones concretas”.  Formas geométricas (como todo en la vida), geométrico.  Lógicas.  Cuadrados, rectángulos, colores planos.  Ángulos rectos y siguen los colores planos.  Me sugieren a Alemania, no sé por qué, quizá una revista en el subconsciente. Carlos Evangelista (español).  De repente rompe la línea recta con una curva, un arco en metal.  Esculturas de acero, cortado, doblado, pintado.  Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo… plano. Cortar el metal, doblarlo, soldarlo, eliminar el cordón de soldadura, la rebaba y que se vea bien acabado no es fácil.  Sin embargo una curva da la esperanza por lo arriesgado a diferencia de la línea recta que es predecible. Para mí se conjugan dos cosas en la exposición.  El pensamiento curvo y el pensamiento recto.  Los analistas puros, intransigentes y los permeables, aquellos que permiten otras cosas. El color plano a ese tamaño no me conmueve.  Más lo hace la limpieza del trabajo, de los empates bi
Hospital Da Vinci, Dalí. Visité la exposición de Da Vinci y Dalí en el Hospital Santo Tomás... el Elefante blanco. El primer paso, entrar por un pasillo que me llevaría a la barriga del Elefante para encontrarme con la sospecha de lo que vería y con el nombre de dos monstruos que por separado dan hilo suficiente para hablar de ellos. Da Vinci, sus inventos, sus códigos, pinturas. Mil cosas. Que si la propuesta de un aparato volador, una metralleta de 360 grados, un tambor automático, un banco para dibujar perspectivas, cojinetes y balineras, medidores de la fuerza del viento, el traje de un buzo, y un montón de cosas más. Por otro lado, la mona lisa y sus misterios, qué pasó con las pestañas, la pedrada que le dio un loco, Napoleón la tenía en el baño, el experimento, la fotografía que le tomaron con miles de pixeles. Como dice mi amigo Alex, toda la parafernalia, todo el andamiaje, hasta los índices táctiles en grandes pantallas para mostrar el genio y creatividad de un hombre. L