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El diario de Thura


Mi amigo José Isaac me prestó “El diario de Thura”, un libro que narra los días de una jovencita irakí, sus vivencias y la de sus familiares en la guerra de Irak contra la coalición encabezada por Estados Unidos en 2003.

El diario de Thura Al-Windawi es de fácil lectura pues no tiene complicaciones existenciales, a lo más algunas cavilaciones de la autora sobre lo que es bueno o malo, sobre su condición de mujer en una sociedad dominada por el hombre, y su visión de oriente y occidente. Su estructura de hechos consecutivos muestra sin mayor detalle las dificultades de las guerras y la esperanza como alivio.

Particularmente creo, y a pesar de la buena intención del personaje principal, que el mostrar la historia a través de los ojos de una joven irakí de clase media, hija de padre profesional (que vivieron en Londres), no fue casual ni realmente natural. Pienso que hubo planeación, sino cuando se veía venir la guerra, entonces mientras se daba, y digo esto basándome en las explicaciones que da, como si supiera que habría otros lectores además de ella, apartándose de la estructura de un diario que no necesita de aclaraciones a terceros porque simplemente es personal, íntimo. Me antojo que sonaba interesante para el público en general presentar un “diario de la guerra”, narrado por una chica en donde sus comentarios favorecen a parte y parte, logrando así un equilibrio y evitando la parcialidad. Con esto no quiero decir que no se pueda comulgar con la autora, pero simplemente sin encubrir la intención comercial del libro en el aspecto místico propio de un diario, que es un confidente y en donde se habla con total libertad. Reafirman mis sospechas el hecho que en el texto no se mencionan las coyunturas que lograron la entrevista y filmación de Thura como dueña del diario, considerando que eso no pasaría desapercibido a la conversación íntima que se tiene con el otro yo, el diario. Me concluye la idea cuando anuncia que escribirá un nuevo diario (de borrón y cuenta nueva), pero que no será para ser publicado.

Para mi gusto el libro debió llamarse “narraciones diarias de…”

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