“En el marco de la
celebración del V Centenario del Descubrimiento del Mar del Sur, la Alcaldía de
Panamá presenta un evento proyectado al arte y la cultura a nivel internacional
para transformar la ciudad y su entorno, promoviendo la participación del público
en permanente diálogo e interacción con el mundo del arte.” (laestrella.com.pa
/ 29 de mayo de 2013)
Me fui para el Centro de
Convenciones Figali un sábado en la tarde.
Llovía. No encontraba la entrada
al sótano y no había ninguna señalización obvia ni lógica que me indicara cómo
llegar al famoso sótano. En el edificio
abandonado (que era como un hotel) vi algo que me sugirió que por allí era la
cosa. Empecé la gira por unos locales
sucios e incómodos por el agua acumulada; no es por quejarse pero la verdad que
mojarse los zapatos hasta la mitad y no poder circular cómodamente dista mucho
de una buena recepción. De todas maneras
recorrí lo que pude, otros salones estaban cerrados.
Luego divisé lo que asumí era
la entrada al sótano… llegué. No quiero
ser necio, pero este escrito lo empiezo citando el tema central de la Bienal,
sin embargo de lo que vi en el Figali podría decir que un uno por ciento de lo
presentado se acercaría al eje principal, lo demás eran muestras que en algunos
casos se sentían pretenciosas, procurando ser arte por imposición. No se lea o escuche mal, cada quien es libre
de expresarse a través de una corriente, pero curar y exponer conlleva unidad
temática, equilibrio y dimensión espacial en relación al porqué de la
convocatoria. No es que voy a
presentarme con mis trabajos (que pueden o no ser magistrales) y simplemente
colocarlos. Ahora bien, si se pretende a
golpe de martillo justificar el encaje, es otra cosa.
No quiero siquiera entrar
en pugna por el tema, ya de eso se ha dicho bastante, pero es que no encuentro
en casi nada al Mar del Sur y su “descubrimiento”. Lo que sí sentí fue el gran vacío y
dislocación entre los mundos, digo los mundos que hay en las cabezas de los
artistas y los mundos que hay en las cabezas de los observadores. El choque intercultural creo que fue evidente
y quizá aquí es donde se
rescata (por carambola) el mismo choque que se dio hace 500 años… ¿descubrir? “Descubrir”.
Lo
que hice para darle un sentido a todo fue que empecé a leer lo paratextual (vigas, el edificio, los charcos, la gente), me
quedé con lo circundante, con la expresión del marco antes que la del lienzo y construí
mi momento en base a las ausencias que se dan en la imposición. Hice, de esta manera, un reconocimiento y
rescate del “descubrimiento del agua tibia”. No
fui a ver el resto de los sitios en donde se exponía, pero creo por lo que he
visto en fotos, que la tónica fue la misma.
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