Dony, la esposa de mi primo Rolando falleció en enero de
este año. La conocí más o menos hace 23 años cuando empezaban de novios. La enfermedad fue la causa de su partida. Su funeral, triste por recordación, dolor y
duelo también fue uno de los actos más hermosos que he vivido, y lo digo así
porque ante el hecho evidente de la muerte, se respiraba vida. Un corazón desgarrado es como una amputación. Tener que enfrentar la ausencia inmediata
conlleva pensamientos, internalizaciones, enojo, por qués. Es vivir la duda existencial como protagonista,
es cuestionar en un hilo de culpas desde lo ínfimo hasta al mismo Dios.
En un momento de acercamiento Rolando habló frente a todos,
acompañado de sus dos hijos. Esta fue una relación… ¡Perfecta!, dijo. Perfecta porque tuvimos problemas, porque tuvimos dificultades muchas veces, pero
fue perfecta porque nos tuvimos para seguir adelante.
Y digo yo, en la imperfección humana se construye sin las pretensiones
exageradas de un perfeccionismo absurdo.
Pero aquellos que se ciegan y deciden quedarse a beber en las fuentes
del orgullo obtuso, del rencor desmedido, de lo irreconciliable, están
destinados a vivir engañados en lo que llaman firmeza porque no han aprendido
que cuando se ama se supera, que para amar se necesita ser más fuerte que para
ofender y más sabio que ahogarse en el rencor.
Ese día regresé a la ciudad más tranquilo porque mi duelo lo
sentí menos pesado después de comprender que un natural amor imperfecto, es
perfecto.
Copio un escrito que Rolando me compartió
hecho para sus hijos.
Hijos:
El amor con su madre fue a mi primera vista. Recuerdo como
ayer, la ropa que tenía hace más de 24 años; un jeans amarillo Gloria Vanderbilt
y una camisa blanca manga larga con sus cabellos castaños en capas. Este tipo
de amor existe y tiene justificación filosófica y bíblica. Duró inclusive hasta
que la muerte nos separó. Fue un amor perfecto. Hubo temores que logramos
vencer y desavenencias de las cuales aprendimos y llegamos a superar juntos. Hubo
entrega total. Cometimos errores pero aprendimos de ellos para que más nunca se
repitieran y en base a ellos crecimos juntos. En ocasiones yo era su guía y en
otras ella lo era para mí a pesar de los 6 años menor que era. Crecimos en la
espiritualidad a medida de los años. Ese fue el dato que nos mantuvo juntos.
Viví y disfrute con ella más de la mitad de su vida. Fueron 24 años! Distante
de ser y convertirse en una obsesión o en costumbre fue el amor sublime que me
llevó a cuidarla y atenderla no solo en la salud sino también en la enfermedad,
cuando más lo necesitó. Dios hasta en eso fue sabio y bondadoso con nosotros.
En el momento preciso de su enfermedad pude hacerlo y estar presente sin
abandonar la atención que requirió.
Soy inmensamente dichoso porque cumplí el juramento que le
hice ante el altar aquel sábado con lluvia nocturna 20 de octubre la cuidé en la salud y en la enfermedad. Su madre fue
siempre mi eterna compañera sin importar épocas de escasez o de bonanza. Ella
muró en calma y con una paz espiritual que la dotaba del mismo cielo. Somos los
testigos más fieles y así lo comprendí, que ella aceptó a Dios y el llamado
hacia su reino sin ningún remordimiento ni desesperación por mantenerse aquí en
la tierra con nosotros. Dony ya descansa en la paz de nuestro creador. Dicen
que uno no debe cuestionar a Dios sobre el ¿por qué? Sin embargo les confieso
que sí lo hice pero nunca encontré ninguna respuesta.
Mujer activa e incansable, no merecía estar así. En algunas
oraciones conversé con Dios y le pedía que me la mantuviera por años pero que
no se la llevara…. Luego me di cuenta que era egoísmo! Ella ya estaba preparada para su viaje
eterno.
Nuestra relación no pudo continuar por su partida. Es
imposible!!! Luche en dos ocasiones
contra la opresión del demonio que es la depresión, diciéndome que si mi vida
junto a Dony no fue triste; porque el final debía ser triste? Entonces fue cuando me pude levantar del
colchón que sentía que me hundía y que en esos momentos también deseaba que me
tragara como si fuera arena movediza. Lo hice sólo. Mis dos ángeles más
cercanos que son los ustedes: hijos de
lujo! que me dio Dony les agradezco por estar más unidos y pendientes uno del
otro, inclusive de mí. Mi amor por ustedes también es incondicional y
entregado. Es razón de sentimientos y no de parentesco. En su actitud veo la obra que ella imaginó; y
en ella, el amor que no culminó pero que la muerte interrumpió nuestra
relación. Fue una amor lleno de pasión y
de deseo durante los 24 años juntos.
La tristeza profunda que sentimos de la cual ahora nos
recuperamos, fue una eternidad…hora tras hora, día tras día experimentando su
ausencia. Saben que ella se fue feliz y se despidió de nosotros. Ella lo dijo
minutos antes; “soy feliz”. Ahora lo alcanzo entender! En ocasiones nos comunicamos con las miradas
ante el silencio de las palabras que ella imponía y que yo seguía. Comprendí
que el momento del cual ninguno de los dos nunca habló (la muerte física) fue por
ella aceptado y que no avisaría. Preferí no saber cómo se manifestaría, ni
cuándo. Lo único que le pedía a nuestro Dios reconocido es que me permitiera
brindarles apoyo a ustedes. Tenía un terror al imaginar o pensar tan siquiera
como sería mi reacción o la de ellos. Nunca acepté que nadie me hablara de la
muerte. Ahora puedo decir que son y han sido muy fuertes, como el hierro
forjado, igual a su madre!
No siento culpa ni remordimientos. No me quedé con nada
nunca para manifestarle, expresarle o darle. Ella tampoco! Llegamos a hacer del
dialogo la tónica usual diaria en el que todos los sentimientos se expresaron. Sus madre fue mi mejor amiga! Aprendimos
juntos a conversar.
Puedo asegurar que la muerte aunque la estemos enfrentando o
esperando, siempre nos sorprende. A mi me sorprendió pero llegó en el momento en
el que no quedó nada sin decir y nada por hacer. Dios me iluminó para
advertirles que se acercaran más. Acepto la derrota que me dio la muerte! Me la
quitó; pero lo que nunca nos pudo quitar la leucemia fue los momentos vividos,
los que nos dimos, la palabras dichas y las expresiones de amor que nos
brindamos; tampoco la leucemia pudo atacar nuestra espiritualidad ni la fe que
logramos juntos obtener y que Dony saboreó, tampoco llegó a mermar las
oraciones y sobre todo la paz entre nosotros. Dony me lo dio todo. Hasta su
atención por mi bienestar en su lecho de enfermedad. Que noble!!
Orgulloso de ella me hizo sentir. Me superó en todo!…
Ahora nos toca abrir las ventanas y permitir que entre el
aire fresco. Consintamos que la tranquilidad
y Dios sabe si la felicidad también, nos encuentre; ya en otra dimensión, y con
otras enseñanzas con un camino que ella misma abonó, constituyéndose en el
medio para ello del cual ella disfrutó por poco tiempo pero con plenitud.
Debo guardar solo lealtad a la humildad y la nobleza de
corazón que me mostró y no a la historia de nuestro amor vivido con tremenda
intensidad el cual he comprendido que no volverá, porque así es la muerte, cuando
nos ataca y cuando nos gana. Por esto es que puedo recordar sin tristeza los
pasajes de mi vida, sin expectativas falsas ni apegos.
Dony fue el instrumento para nuestra conversión y
crecimiento espiritual. Ella me cambio la vida, su muerte me marco el alma y me
tatuó el espíritu. A través del camino
del dolor por el cual transitó y enfrentó nos dejó la humildad, la nobleza y la
valentía como herramientas para enfrentar todo!. Hasta el duelo y el luto mismo.
Siempre he escuchado referir que una mujer se hace tal por
un hombre. Pero les aseguro puedo decir sin engreimientos lo contrario: Dony a
mí me hizo hombre! Ella fue mi inspiración y ustedes el motivo.
Su muerte no fue en vano, me enseño a fortalecer aún más la
fe en Jesucristo en lo bondadoso que es y fue con nosotros durante el andar por
el camino tortuoso de la enfermedad terminal y por el por el túnel obscuro de la perdida física del
amor de mi vida. Son dos tránsitos diferentes en el primero hay esperanzas,
coraje, expectativas, toda una mezcla de emociones y decepciones. En el otro
solo fe de que el dolor va a pasar; sin embargo aprendí a reñir con el duelo.
Todo lo que me rodea me hace recordarla. Fui a los lugares que sabía que
sentiría un gran impacto por su ausencia. Yo no puedo decir que sufro. Ella fue
quien sufrió. Ella cargó con la enfermedad. Yo solo la atendí para hacerla
menos grave. Disfrute enormemente cada momento que Dios me regaló poderme
inclinar ante ella y servirle...servirle con amor y convicción.
En ambos camino han aparecido ángeles que nos han
acompañado. Unos llegan, hacen su labor
y se van. Otros están desde lejos pendientes para socorrernos apenas vean que
los necesitamos. Y, hay otros que surgen porque Dios los pone a nuestro lado,
hacen obras y se quedan...no sé por cuánto tiempo. Ojala que por mucho.
Me siento muy orgulloso de ustedes. Doy Gracias a Dios por
haberme regalado a Dony y la vida que tuve con ella más los hijos que me dio.
Tu Papá
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